sexta-feira, 9 de março de 2018

La campaña por la liberación de Ahed Tamimi visibiliza los juicios militares por los que cada año pasan 700 niños y jóvenes palestinos

La familia Tamimi es una de tantas familias palestinas en lucha. En lucha por la vida, por un futuro, como dice la activista Manal Tamimi, por no tenerle que hablarles a sus niños de qué hacer si les detienen o si les gasean con gas pimienta. Para que no les roben su niñez ni su juventud. Para que no tengan miedo a los soldados israelíes que pueden irrumpir en la casa a cualquier hora del día o de la noche.

Vive en Nabi Saleh, un pueblo de 620 habitantes a 20 kilómetros de Ramallah, Cisjordania. Todos los viernes, desde hace 9 años, mujeres y hombres, niñas y niños de Nabi Saleh se manifiestan pacíficamente contra la ocupación y el asentamiento colono que en diciembre de 2009 tomó el manantial, se estableció en lo alto de la montaña y comenzó a expandirse por todo el valle. Salen a reivindicar el derecho a vivir libremente en sus tierras. En respuesta, el ejército de ocupación les dispara con gas mostaza y les envenenan el agua. La mitad del pueblo ha pasado por prisión y han sido heridos. A Manal Tamimi la han arrestado tres veces. En una de esas manifestaciones un francotirador le disparó a Manal a las piernas, el mismo día mataron a un joven que supuestamente tiraba piedras. Pero ni se rinden ni se doblegan.

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