En 1818 Shelley visitó a su amigo Byron en Venecia, donde su Señoría había levantado el campamento en un palazzo decadente y rumiaba las glorias desvanecidas de la ciudad. Sus conversaciones -sobre la libertad humana y las perspectivas de cambio social- formaron la base del poema de Shelley Julian y Maddalo, donde el apacible racionalista inglés Julian (Shelley), defiende la causa de la esperanza y el meditativo aristócrata italiano Maddalo (Byron), defiende la de la desesperanza. “Podríamos estar de otra manera”, insiste Julian, “podríamos soñar con lo feliz, lo elevado, lo majestuoso si no fuera por nuestras propias voluntadas ‘encadenadas’”. A lo que Maddalo responde amargamente “¡hablas utopía!”.
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