En el barrio de la Morería, al pie de la plaza de Martín Moniz, el pintor y antropólogo Lorenzo Bordonaro ha adornado algunas de las calles con composiciones artísticas a base de llaves y cerraduras provenientes de un cercano taller de llaves y cerrojos abandonado hace más de veinte años. Es una suerte de arqueología cotidiana (aunque peligrosa: el lugar tiene el techo hundido y amenaza con venirse abajo en cualquier momento). Bornonaro ha rescatado también platos, cucharas, viejas fotografías y botellas de cristal de la fábrica que milagrosamente han escapado al vertedero del tiempo y con ellas consigue, con la delicadeza de un miniaturista, rehabilitar muros enteros de este barrio degradado.
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