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domingo, 5 de outubro de 2014

Je t'aime


En mayo de 1943, Antoine de Saint-Exupéry conoció en un tren de Orán a Argel a una enfermera francesa de 23 años que trabajaba para la Cruz Roja. El escritor, recién llegado de Nueva York, iba a unirse a la fuerza área y en ese viaje se quedó prendado de la joven, que estaba casada con un soldado y hacía poco caso al autor. Saint-Exupéry empezó a escribirle cartas con dibujos de El principito, que utilizó como portavoz de su último amor, despechado y obsesivo.
«Perdone que la moleste, sólo quería decir hola», escribe en un bocadillo que sale de uno de los dibujos del personaje que actualmente conserva el Museo de Cartas y Manuscritos de París y que puede hoy contemplarse.
«Nunca está ahí cuando la llamas. Tampoco vuelve por la noche. Nunca llama. Me estoy enfadando con ella», dice el protagonista del libro que Saint-Exupéry acababa de publicar en Estados Unidos (la única edición que él llegaría a conocer). En otra ilustración que le envía a la amada sin nombre, el Principito aparece escribiendo una misiva que dice: «Y no está nada bien no llamarme nunca ni visitarme porque no soy tan olvidadizo y me gustaría...». Un pájaro a su lado le anima a que mande la carta.

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