Siemens, Daimler, Rheinmetall, los buques insignia industriales que
han contribuido a la reputación de la economía alemana, están inmersos
en un escándalo de corrupción a gran escala en Grecia, país al que
Alemania no deja de echar en cara sus prácticas fraudulentas.
Todavía no hay fecha para la comparecencia de 19 antiguos directivos del conglomerado alemán Siemens ante la justicia griega, pero ya se anuncia como uno de los procesos financieros más importantes de la década en Grecia.
Sesenta
y cuatro personas están acusadas de corrupción pasiva y activa y
blanqueo de dinero en el marco de un gigantesco caso de sobornos pagados
para acceder al jugoso mercado público.
Se trata del "mayor
escándalo que implica a una empresa en la historia de la posguerra de
Grecia", según la organización estadounidense CorpWatch, que escruta las
prácticas de las empresas.
La instrucción habrá durado nueve
años y 2,368 páginas. El grupo bávaro, que mantiene vínculos con Grecia
desde el siglo XIX, está acusado de "pagar" a diferentes responsables
para obtener el gran proyecto de la modernización de la red telefónica
griega a finales de los años 90.
En total, Siemens habría pagado 70 millones de euros en sobornos para hacerse con el contrato para digitalizar la empresa de telecomunicaciones griega OTE.
Entre
los acusados se encuentra el antiguo directivo de Siemens en Grecia,
Michalis Christoforakos. Pero es poco probable que este germanogriego de
62 años se siente en el banquillo. Refugiado en Baviera desde su huida
de Grecia en 2009, la justicia alemana rechaza categóricamente su
extradición, arguyendo que los hechos han prescrito.
Las relaciones ya difíciles entre Alemania y Grecia no han mejorado con esta decisión.
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