La familia había abandonado su hogar huyendo de la guerra para
refugiarse en una escuela del norte de Adén, en Yemen. El 9 de julio un
ataque de la coalición liderada por Arabia Saudí acabó con la vida de 10
de sus miembros. 4 niños fueron asesinados. Tres días antes, las
fuerzas de la coalición bombardeaban un mercado de ganado. “Había
fragmentos de cuerpos y sangres de animales y seres humanos, todo
mezclado”, relató un superviviente de la masacre. En los últimos meses
se han producido más matanzas: solo entre junio y julio, el contingente comandado por Arabia Saudí ha asesinado al menos a 141 civiles, según una investigación de Amnistía Internacional.
En 2014 España vendió armas por valor de unos 292,9 millones de euros a Arabia Saudí
(desde 2003 a 2014 la suma asciende a unos 725 millones), sin que se
conozcan cuáles son los controles para evitar que ese armamento termine
utilizándose contra víctimas inocentes. El Gobierno, en una respuesta parlamentaria a ERC conocida este mes de agosto, justifica la venta a Arabia Saudí en que "hay garantías del uso final”,
lo cual en sí mismo –y con la información pública de la que se dispone–
no supone garantía alguna, y ya sabemos por experiencia que las armas
no son fabricadas precisamente para ser expuestas en un museo de arte
contemporáneo.
El Gobierno explica que con Arabia Saudí se
cumplen las normas internacionales sobre venta de material militar, en
especial los criterios relacionados con los derechos humanos. Amnistía
Internacional opina lo contrario y reclama la suspensión de la venta de
armamento a todas las partes involucradas en la guerra de Yemen. En todo
caso, el Gobierno insiste en que "ha mostrado desde el principio su
honda preocupación por las graves consecuencias humanitarias del
conflicto de Yemen", lo que demuestra que, al menos, España cumple todas
las normas internacionales de cinismo y pleitesía.
En enero el rey Felipe VI –acompañado por el ministro de Defensa, Pedro Morenés– viajó a Riad para expresar personalmente sus condolencias
por la muerte del rey Abdalá. Felipe ya había viajado en octubre de
2011 a Arabia Saudí por el fallecimiento del heredero del trono, y en
2005 Juan Carlos interrumpió sus vacaciones en Mallorca cuando se
conoció el deceso del rey Fahd. Aquella semana el velero “Bribón” salió a
competir en las aguas del Mediterráneo con un crespón negro en la bandera de España.
No se conocen gestos similares de las instituciones españolas por las
víctimas del régimen saudí. Más bien al contrario. La venta de armamento
a Arabia Saudí tampoco se suspendió en 2011 cuando fuerzas saudíes
entraron en Baréin para reprimir las revueltas ciudadanas. Y aquella
represión coincidió con la visita a Arabia Saudí de una delegación
española en la que el presidente del Senado, Javier Rojo, declaró:
“España y Arabia Saudí comparten posiciones en los aspectos
fundamentales de emplear el diálogo para solventar conflictos y es fundamental la defensa de los ciudadanos frente a la violencia”.
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