En el 2016 uno de los acontecimientos que estremeció a Europa, y a las
relaciones internacionales en su conjunto, fue el referendo sobre la
salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, denominado brexit
(combinación de las palabras en inglés Britain, Gran Bretaña y exit,
salida), el que seguirá suscitando la atención de los observadores
internacionales durante todo el año 2017 y durante mucho tiempo en
adelante.
Es necesario resaltar que varios meses antes de la
celebración del referendo, las encuestas anunciaban una ajustada
votación sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Y, en
efecto, los resultados del 23 de junio de 2016 confirmaron esos
pronósticos con un 51,9 % a favor de abandonar al bloque regional contra
un 48,1 % en defensa de la permanencia, a pesar de que prácticamente la
mayoría de las fuerzas políticas del Reino Unido lucharon contra el brexit.
Los medios de comunicación y los expertos políticos han tratado de
explicar el daño de distancia con el argumento de que la juventud
británica prefiere permanecer en la Unión Europea. La realidad es mucho
más compleja, porque solo el 36% de los votantes entre 18 y 24 años
emitió su voto. La participación juvenil fue la más baja en todos los
tiempos, y lo cierto es que los jóvenes británicos siempre han tenido
poco interés en la Unión Europea. Los sectores populares de menores
ingresos y las clases medias empobrecidas estuvieron a favor del brexit, mientras los votantes con carreras universitarias y altos ingresos lo rechazaron.
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