Para la mirada sesgada de la Justicia, Analía Eva “Higui” Dejesús está
presa en una comisaría de Villa Maipú desde el 16 de octubre pasado por
herir de un puntazo a un hombre que luego murió. Pero Higui carga con
todos los estigmas que es capaz de crear la mirada judicial: es mujer,
morocha, pobre y lesbiana. Por lo tanto, su testimonio de haber sufrido
un intento de violación y empalamiento no es tomado en cuenta; de hecho,
las ropas que le desgarraron nunca fueron peritadas en busca de manchas
de semen, pelos y otros rastros; las marcas en su cuerpo de los golpes
que le aplicó la patota –Higui dijo que la perseguía desde hacía años
por ser lesbiana– no fueron registradas; el detalle de que llevaba un
cuchillo porque esa patota le había prometido “te vamos a violar así te
corregimos”, no está considerado como un argumento para la legítima
defensa; que cumpla con todos los estigmas sociales para ser perseguida,
tampoco es considerado porque esos mismos estigmas pesan sobre la
justicia para no creerle.
Esta semana, agrupaciones feministas y una red de abogadas y especialistas de género visibilizó su caso y van por más ante la justicia de Malvinas Argentinas: que le crean, que tomen pruebas y citen nuevamente a los testigos. Los manuales de Derecho Penal no tienen género: para la justicia son todos iguales. Higui, su apodo, apareció el martes pasado en pancartas que reclamaban su libertad y justicia, en medio del Tetazo en el Obelisco. La Defensoría de Género había recibido información sobre su caso y había comenzado a mover el avispero brujeril.
“Eva Higui, presa por defenderse de 10 lesbofóbicos (brutal golpiza e intento de empalamiento). Pero te horrorizan un par de tetas”, decía uno de los carteles alrededor de las militantes de la Defensoría. También estaban las de Juntas y a la Izquierda, Pan y Rosas, Malajunta, reclamando por Higui. Unas horas antes, un centenar de militantes feministas se había concentrado frente a la Fiscalía de Malvinas Argentinas para reclamar su liberación. Como en otros casos semejantes, el caso no recayó en una fiscalía de género porque, en principio, la justicia parte de la idea de que si mató no es víctima. La atiende como tal si es la protagonista del femicidio.
Esta semana, agrupaciones feministas y una red de abogadas y especialistas de género visibilizó su caso y van por más ante la justicia de Malvinas Argentinas: que le crean, que tomen pruebas y citen nuevamente a los testigos. Los manuales de Derecho Penal no tienen género: para la justicia son todos iguales. Higui, su apodo, apareció el martes pasado en pancartas que reclamaban su libertad y justicia, en medio del Tetazo en el Obelisco. La Defensoría de Género había recibido información sobre su caso y había comenzado a mover el avispero brujeril.
“Eva Higui, presa por defenderse de 10 lesbofóbicos (brutal golpiza e intento de empalamiento). Pero te horrorizan un par de tetas”, decía uno de los carteles alrededor de las militantes de la Defensoría. También estaban las de Juntas y a la Izquierda, Pan y Rosas, Malajunta, reclamando por Higui. Unas horas antes, un centenar de militantes feministas se había concentrado frente a la Fiscalía de Malvinas Argentinas para reclamar su liberación. Como en otros casos semejantes, el caso no recayó en una fiscalía de género porque, en principio, la justicia parte de la idea de que si mató no es víctima. La atiende como tal si es la protagonista del femicidio.
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