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segunda-feira, 13 de fevereiro de 2017

“Somos los bárbaros de una nueva época”

Desde Ciudad de México - El empedrado de una de las calles de uno de los barrios más románticos de México, Coyoacán, guía los pasos hasta la casa de uno de los intelectuales más brillantes de la lengua española: el mexicano Juan Villoro. Allí donde se posa su pluma surge un descubrimiento. Novela, cuento, literatura infantil, teatro, ensayos y una profusa e imperdible obra periodística componen el cuerpo de una obra llena de poesía y lúcida ironía. Ganador de una buena decena de premios en varios rubros, desde la novela hasta el periodismo, Villoro publicó su primeros cuentos en 1980 (La noche navegable),su primer libro infantil en 1985 (Las golosinas secretas) y su novela inaugural en 1991 (El disparo de argón). El éxito narrativo le llegó en 2004 con la novela El testigo (Premio Herralde). Su escritura no deja templo sin visitar, menos aún el de esa pasión planetaria y organizada que es el fútbol, deporte que Villoro ha elevado a la categoría metafísica y sobre el que ha escrito una joya de la literatura, Dios es redondo (Premio Vázquez Montalbán 2006). Ha sido, hasta ahora, el único escritor al que se la ocurrido contar no ya la imposibilidad de un autor para escribir sino el empeño de un libro para no dejase leer (El Libro Salvaje)

Juan Villoro es a las palabras lo que un saxofonista como John Coltrane es al jazz y a la música: un explorador inagotable de resonancias y sentidos. El México de Juan Villoro es ajeno a todo folklore: es la ciudad, la mirada de exploraciones infinitas que va desnudando un lugar donde “el carnaval se confunde con el apocalipsis”. Cuento infantil, crónica periodística, narrativa novelesca o relato breve, la obra de Villoro es un corpus reflexivo, cargado de humor, de gravedad y de ligereza. La elección de Donald Trump ha colocado a México en el blanco de la ira xenófoba del presidente norteamericano. En esta entrevista con PáginaI12, Villoro reflexiona sobre el lugar de la literatura en tiempos de crisis, profundiza la compleja relación entre México y los Estados Unidos, señala la casi soledad de un país que se cortó de su fuente natural, América Latina, y profetiza un mundo que se ha descompuesto y en el cual somos “como bárbaros de una nueva era”.

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