Pocas cosas me preocupan más de lo que sucede hoy en el mundo que la
destrucción de la razón. Me siento un heredero radical del racionalismo
de la Ilustración, que continúa siendo para mí el periodo
intelectualmente más fértil de la historia de la humanidad.
Por
eso me tomo muy en serio y me causa verdadero pavor la proliferación de
esos charlatanes adosados en diferentes asociaciones (siempre muy bien
dotadas financieramente) que pretenden refutar unas veces la teoría de
la evolución, otras la relatividad general enunciada por Einstein, otras
la realidad del cambio climático y aún otras la propia validez del
conocimiento científico. Me parece bastante más peligroso de lo que a
menudo se cree y me indigna en particular la indulgencia con la
superstición, sobre todo cuando penetra en los centros de enseñanza.
Uno de los movimientos más grotescos de esta naturaleza se reúne en
torno a la asociación "Flat Earth Society" ("Sociedad de la Tierra
Plana") y defiende, como su propio nombre indica, que nuestro planeta no
es esférico sino un disco plano. En el extremo del delirio, aseguran
que hay una conspiración conjunta de la ONU y la NASA para que no
alcancemos los polos, porque entonces nos toparíamos con el límite
terráqueo (y nos podríamos precipitar en el vacío, supongo). Esta
sociedad fue fundada en el Reino Unido y luego creció en California
(Estados Unidos). En su momento de mayor esplendor consiguió que en
Durban se decidiera, por votación popular, que su teoría era correcta,
razón por la cual decía irónicamente Bertrand Russell en su ensayo "La
libertad y las universidades" que la Tierra era esférica en todas partes
menos en Durban, en donde democráticamente se había decidido que era
plana.
Tras una década de debilidad, los defensores de la
Tierra plana han adquirido nueva fortaleza y, como en todas partes hay
patanes de sobra, la rama española ha organizado recientemente un
encuentro en Valencia que puede seguirse en distintos vídeos en Youtube.
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