La raíz de todos estos males está en el diseño actual del sistema
monetario. Actualmente, la “máquina de crear dinero” en la zona euro la
tienen los bancos comerciales y se activa cada vez que estos otorgan un
préstamo o realizan un gasto.
Entender el sistema actual no es
fácil. Los ciudadanos, los empresarios, incluso los banqueros y
bancarios, no entienden el sistema monetario en el que están trabajando.
Los especialistas tampoco se ponen de acuerdo; encontramos diferencias
en torno a cómo entienden que se originó el dinero y a cuál es el papel
de los bancos.
Las teorías del “orden espontáneo”, el dinero como
surgido de la evolución de los mercados, se oponen a las que piensan que
el sistema monetario es uno de los poderes de la comunidad política
conscientemente organizada. Si el dinero fuese un “orden espontáneo”, la
labor del banco central y la dirección del Estado estarían fuera de
lugar. Por contra, si es uno de los poderes básicos del soberano,
entonces tiene que estar bajo gobernanza pública.
Estos últimos
ven el sistema monetario como creado por ley, constitución o “carta” (de
ahí que sean llamados “cartalistas”); entienden que la soberanía
monetaria se manifiesta en:
- La elección de moneda.
- El control de su emisión.
- Captar en exclusiva el señoreaje, es decir, el derecho que tiene el emisor de la moneda en ser el primer beneficiario en la emisión de dinero nuevo.
Actualmente,
España y sus socios de la Eurozona solo pueden presumir de haber
elegido la moneda. Ni controlan su emisión ni capturan todo el
señoreaje. No tenemos soberanía monetaria plena. Ahí está la raíz de los
problemas señalados y el debate en torno al papel de los bancos.
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