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sábado, 8 de abril de 2017

El último tuit de Trump


Los que se intercambian bombas también se intercambian signos. En el caso de Trump, un hombre adicto a las redes sociales que ganó las elecciones y gobierna a golpe de tuit, casi sorprende que haya lanzado 59 misiles Tomahawk y no 140 sobre la base siria de al-Shayrat. Ese ataque tiene toda la pinta de ser otro tuit. Un tuit, de entrada, contra Obama. En este intercambio de signos, podemos interpretar así la secuencia. Obama, errático, dubitativo y finalmente claudicante en Siria, formalmente opuesto al régimen de Asad, demuestra un excesivo intervencionismo a los ojos de Trump, quien decide cambiar la política estadounidense y -según una declaración reciente- dejar que “los sirios decidan el destino del régimen”, lo que equivale a sostenerlo formalmente. Asad, en buena lógica, conjetura que, si no pasó nada en 2013 cuando usó armas químicas bajo la presidencia de su “enemigo” Obama, menos pasará ahora bajo la presidencia de su “amigo” Trump. Así que decide usar gas sarín y matar 83 civiles en Jan Seijun. La respuesta de Trump, imprevisible, es estrictamente lógica en términos semióticos. Se trata de una situación ideal para mandar un tuit retórico contra Obama y justificar a la vez varios reordenamientos geoestratégicos. Obama -tuitea Trump sus Tomahawks- hizo dos cosas mal: se entrometió demasiado en Siria y, al mismo tiempo, no paró los pies a Asad cuando cruzó “la línea roja”; defendió mal los intereses de EEUU y defendió mal los de la Humanidad. Poco importa que en agosto de 2013 Trump se opusiera a una respuesta militar de EEUU. Ahora está muy afectado “por la muerte de niños y hasta de bebés” y, ante la impotencia del Consejo de Seguridad de la ONU, se revela una vez más “temperamental” e “irracionalmente justo” y da la orden al Pentágono “desde el corazón”. Lo que no hizo nunca Obama, tan beligerante en su discurso contra el régimen sirio, lo hace Trump, tan complaciente: no me entrometo, como hizo mi antecesor, pero, al contrario que él, me tomo en serio “las líneas rojas”. Manda, pues, un tuit explosivo de 59 caracteres que, en todo caso, sólo sorprende a ese sector de la izquierda estalibana, encerrado en esquemas campistas del siglo XX, que se alegró de la victoria del magnate con tupé porque iba a ser el primer presidente de los EEUU “pacifista, no intervencionista y hasta anti-imperialista”.

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