Brasil vive días sombríos. La pérdida de derechos, promovida de manera
acelerada por el gobierno de Michel Temer y su base parlamentaria, es
parte de un preocupante brote autoritario. La violencia, el odio y la
intolerancia que circulan por las redes sociales, impulsados por
estrategias de comunicación de los medios tradicionales, se arrogan la
pretensión de marcar la agenda política nacional, tratando al Estado
Democrático de Derecho como si fuera un obstáculo anacrónico en su
camino.
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