En las charlas en institutos y escuelas me gusta hacer un juego. Pido a
los alumnos y alumnas que cojan una hoja de papel y un bolígrafo y que
escriban lo que ven en cada imagen que proyecto cambiándolas bastante
rápidamente, sin darles mucho tiempo para pensar. Son imágenes
alternadas de un alimento y del logotipo de una marca; en total unas 20.
Cuando se acaban las imágenes, revisamos lo escrito en las hojas y
contamos los aciertos y los errores. Casi siempre las respuestas
aciertan el 100 por ciento de las marcas; no así los alimentos: cuando
ven una coliflor es habitual que escriban col, a los nabos los confunden
con los rábanos y cuando aparece un lenguado y un atún en la “forma
natural”, las equivocaciones nos hacen reír a todos. Cuando
reflexionamos sobre su facilidad para reconocer las marcas y su
ignorancia frente a los alimentos frescos, lo que más llama la atención a
los jóvenes es darse cuenta de que en los logotipos no aparecen las
letras que ellos conocen.
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