No eran muchos los que esperaban una guerra a tamaña escala en la sureña
región siria de Hawran –la meseta volcánica que se extiende desde el
borde de Damasco a través de las provincias de Quneitra, Suwaida y Daraa
hasta el noroeste de Jordania-. Las conversaciones en marcha desde
mediados de febrero acerca de una batalla inminente en Daraa eran un
tanto imprecisas, con los garantes internacionales y regionales
decididos desde hace tiempo a dar la impresión de que el destino de
Hawran iba a ser diferente del de otras regiones, y que los acuerdos a
alto nivel ahorrarían a esta planicie revolucionaria la guerra de
exterminio y desplazamiento que había asolado otras zonas del país. Sin
embargo, es evidente que el régimen de Damasco no está dispuesto o no
puede desistir de las prácticas que se han convertido en el sello
distintivo de su belicismo.
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