La intempestiva designación del Juez Sergio Moro como Ministro de
Justicia de Brasil quedará registrada en la historia como el caso
paradigmático, por su desvergüenza rayana en lo obsceno, de la
emergencia de un siniestro actor en la siempre acosada democracia
latinoamericana: el “Sicario Judicial”. A diferencia de sus predecesores
que aniquilan a sus víctimas físicamente, el sicario judicial como su
colega económico de más antigua data (como lo demuestra el conocido
libro de John Perkins, Confesiones de un sicario económico) el judicial los elimina utilizando un arma más silenciosa y casi invisible a los ojos de sus contemporáneos: el “lawfare”.
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