En los años cincuenta cuando empezó, Joaquín Lavado, Quino, el mendocino principiante, hacía un humor mudo que interrumpía cada semana, con varios minutos de silencio, las páginas saturadas de ruido verbal y gráfico del glorioso Rico Tipo. Quino fue –como había sido Oski desde lo suyo– la posibilidad de otra cosa al margen del costumbrismo torrencial de humor porteño de Divito & Cía. Lo notable es que lo hiciera ahí y lo singular, en ese Quino primero, es que trabajara con humor callado y –además– con sujeto tácito. Es decir: sin personaje fijo o rubro o tipo de humor en qué descansar.
Sem comentários:
Enviar um comentário