En la segunda vuelta presidencial que tendrá lugar el próximo 11 de abril, los ecuatorianos enfrentan la disyuntiva entre apostar por un candidato progresista o tener que soportar durante cuatro años un gobierno empresarial, ligado a las finanzas y a los poderes económicos fácticos, nacionales e internacionales.
Si bien la visión binaria es habitualmente reduccionista y puede suscitar la sensación de extorsión, es claro que a estas alturas se trata de una elección a cara o cruz. Y es literal, la opción cruz, la de la derecha, la banca y el socialcristianismo, la representada por Guillermo Lasso, miembro del Opus Dei, es la de quienes no muestran su cara real.
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