Como si 20 años de invasión y ocupación de su tierra no hubiesen significado, muerte, dolor y destrucción, la sociedad afgana experimenta hoy la intensificación de acciones y atentados terroristas que afectan, sobre todo, a la comunidad chiita signada como blanco.
Efectivamente, en la nororiental provincia de Kunduz, el día 8 de octubre pasado, un atentado explosivo reivindicado por la facción afgana de Daesh hizo estallar una bomba, en la mezquita principal de la ciudad, ocasionando 120 muertos y decenas de heridos. Una semana después, el viernes 15 de octubre el mismo grupo takfiri, a través de un ataque suicida ocasionó la muerte de 62 fieles chiitas y 88 heridos en una mezquita central de la sureña ciudad de Kandahar, en el concurrido rezo de los viernes, el más importante de la semana.
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