El presidente argentino Javier Milei genera permanentemente una agenda paralela para distraer de los verdaderos problemas que aquejan a la sociedad, y pasea por el mundo, a costas del erario público, sembrando enemistades con pueblos y gobiernos. Pretende presentarse como líder internacional de la ultraderecha y se autocomplace con los aplausos de auditorios que de antemano sabe que le serán favorables.
No puede sorprender la gran cantidad de frentes de batalla que ha dejado abiertos: desde choques diplomáticos con el gobierno español a los conflictos educativos, de la lucha de clases en la norteña provincia de Misiones al paro general de la Confederación General del Trabajo (CGT),
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