"Un día, pasando por el sendero me rozó el pecho, y pensé: ¿le ofende este florecimiento? Y me interné entre las secuoyas rumiando y sonrojándome de rabia de estar tan obviamente marcada por la feminidad, de ser tan vulnerable a una humillación peor que la de Venus por Adonis, puramente en razón de mi sexo, accidental, pero ostensible". El fragmento pertenece a En Grand Central Station me senté y lloré de Elizabeth Smart (Periférica).
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