Sin electricidad ni cobertura telefónica, muchos aldeanos se van
pronto a la cama en Yakla, despertándose para la plegaria del alba antes
de empezar a trabajar en sus granjas.
En las primeras horas
del domingo 29 de enero, esa rutina quedó alterada. Aviones
teledirigidos (drones) y helicópteros se abalanzaron sobre el remoto
asentamiento, lanzando primero misiles y a continuación comandos
estadounidenses, en la primera acción militar ordenada por el presidente
de EEUU Donald Trump.
Al parecer, las fuerzas de EEUU no
alcanzaron su objetivo: el dirigente de al-Qaida en la Península
Arábiga, Qasim al-Rimi, escondido en lo que decían era una conocida
fortaleza de al-Qaida.
Sin embargo, después de la operación,
que algunos oficiales estadounidenses admiten que fue desastrosamente
equivocada, muchas otras personas yacían asesinadas: hasta 25 civiles,
incluida una niña de ocho años que se cree era ciudadana de EEUU, y un
comando de ese país.
Rimi dijo después que en el ataque habían
muerto 14 miembros de su grupo, confirmando al parecer el vínculo de la
aldea con AQPA (siglas de al-Qaida en la Península Arábiga), pero los
aldeanos niegan cualquier asociación con ellos y dicen que lo sucedido
el domingo fue simplemente una masacre.
Cualesquiera que sean los hechos, el relato del ataque conseguido por Middle East Eye presenta una noche de terror y confusión en una guerra ya enturbiada por líneas del frente, lealtades y objetivos cambiantes.
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