Ciudadanos egipcios intentan escapar de los gases lacrimógenos
lanzados por la policía en una calle cercana a la protesta que se
llevaba a cabo en Rabaa al-Adawiya, El Cairo, 14 agosto 2013 (AFP)
Diaa Ahmed, de 33 años, lleva preso más de 1.200 días en una de las
cárceles egipcias. Se enfrenta a una posible sentencia de muerte, y todo
ello, según relata, por estar en el lugar equivocado en el momento
equivocado.
Su calvario comenzó cuando le arrestaron el 14 de
agosto de 2013 cerca de la plaza de Rabaa al-Adawiya, donde cientos de
manifestantes murieron asesinados cuando las fuerzas de seguridad se
dedicaron a masacrar a quienes apoyaban al depuesto presidente Mohamed
Morsi.
“He perdido la esperanza. Me siento atrapado en un
agujero negro, mi vida se ha detenido y no sé cómo voy a salir de aquí”,
decía Ahmed desde la prisión.
Middle East Eye entrevistó a Ahmed y a otros dos presos a través de sus familias, que les visitan una vez a la semana.
Aquel día, más de mil manifestantes
murieron mientras las fuerzas de seguridad despejaban la plaza de Rabaa
de los opositores que apoyaban al depuesto presidente Mohamed Morsi, el
primer presidente civil electo de Egipto, que era un destacado miembro
de la Hermandad Musulmana.
El baño de sangre que se produjo esa jornada se describió como la “ peor matanza
de manifestantes de la historia moderna en un único día”. Cientos de
manifestantes fueron detenidos y otros transeúntes inocentes que pasaban
por allí fueron también arrestados durante la represión; desde entonces
siguen encerrados en la cárcel.
Ahmed y nueve detenidos más hacen hincapié en que no “tienen relación alguna” con Morsi ni con la Hermandad Musulmana.
“No soy en absoluto islámico, incluso rechazo a la Hermandad”, dijo Ahmed.
Ahmed, que solía promocionar libros y escribir reseñas bibliográficas
antes de su arresto, dijo que ese día había estado visitando una agencia
de viajes de la zona preparando un documento para empezar una nueva
vida en Australia.
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