Moira Millán tiene 47 años. Dentro de su comunidad es una weichafe,
es decir, guerrera. Es mamá de cuatro hijos y vive en la lof Pillán
Mahuiza, en Corcovado, Chubut, un territorio recuperado en 1999. Mucho
antes de la desaparición de Santiago Maldonado se convirtió en vocera de
su pueblo denunciando en radios y TV las tensiones entre el Estado, los
proyectos extractivistas y la cosmovisión mapuche, y también las
violencias contra los pueblos originarios que concibe “como laboratorio
de un plan que luego es aplicado contra todos los disidentes”.
“A
partir de agosto del año pasado, debido a todo lo que nos ha pasado en
Chubut, mi imagen se mediatizó mucho -dice Millán-. Entonces cuando
vengo a Buenos Aires y me subo a un colectivo se distinguen dos bandos:
quienes me saludan, me animan, me dicen que siga luchando, y otra gente
que hace exactamente lo contrario. Es un signo pequeño de un tiempo
bisagra del país, que hoy permanece en una tensa calma”. Esta vez estuvo
en la Ciudad de Buenos Aires de camino a Chiapas, donde fue invitada al
Encuentro de Mujeres que Luchan, convocado por las zapatistas. Un viaje
que la entusiasma porque “siempre quise conocer Chiapas pero no para
hacer el ‘zapatour’, sino para intercambiar sabidurías”. Allí llevó las
experiencias del trabajo que hacen con la organización Marcha de Mujeres
Originarias en Argentina.
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