¿Y ahora qué? La pregunta resuena en cada rincón de América Latina.
La incógnita por el futuro del país más grande de la región está
instalada en casi todas las sedes de gobierno del mundo y miles de
organizaciones políticas y sociales intentan anticipar las consecuencias
de lo que ha ocurrido. Un proceso de impeachment (juicio político) sin
base jurídica llegó hasta la última instancia, puso al mando del país a
un Presidente no electo y revirtió una decisión tomada en las urnas
por 54 millones de personas hace menos de dos años.
La clausura
de esa instancia política fundamental, pese a la notoria pérdida de
popularidad de quien fue electa presidente, Dilma Rousseff, plantea un
dilema central para el futuro nacional y latinoamericano. Si las
democracias burguesas se sostienen en base al voto de los ciudadanos
casi como única instancia de participación popular, ¿por dónde se
canalizará el descontento social sin esa posibilidad?
El
sistema político brasileño está atravesado por la corrupción, como
muestran los avances judiciales del proceso denominado Lava Jato, y
cada vez se aleja más del grueso de la población, que reclama elecciones
anticipadas para elegir un nuevo presidente. Michel Temer apenas tiene
el apoyo de entre el 10 y 14% de los brasileños según encuestadoras
pero, sin haber sido elegido, podría ocupar el cargo máximo del país
hasta el 1 de enero de 2019.
Giro político
El
débil gobierno al mando del país se propone tareas de gran magnitud e
impopularidad, que probablemente deterioren aún más su pequeña base de
sustentación social. La silbatina masiva que recibió en la inauguración
de los Juegos Olímpicos en el estadio Maracaná de Río de Janeiro y lo
hizo desistir de participar de la ceremonia de cierre junto al primer
ministro japonés Shinzo Abe (Tokio será la próxima sede olímpica) le
demostró a Temer que su punto de partida es el repudio generalizado.
Su objetivo no es sin embargo ganar apoyos masivos, aunque necesita
garantizarse un margen mínimo de gobernabilidad. La Federación de
Industrias de San Pablo (Fiesp) y otras importantes organizaciones
empresariales, los grandes capitales extranjeros (“los mercados”) y
fuerzas políticas de derecha como el Partido de la Social Democracia
Brasileña (Psdb) son sus verdaderos apoyos. A cambio, debe llevar
adelante los planes de ajuste que le exigen. Por eso el Psdb no afloja
la presión y llevará hasta el final su denuncia ante el Tribunal Supremo
Electoral contra la candidatura Rousseff-Temer de 2014 por
financiamiento ilegal, que en última instancia podría anular el
resultado de la elección. No buscan eso, pero reclaman un mayor ajuste
fiscal.
Temer tendrá su primera presentación internacional el 4
y 5 de septiembre en China, en la cumbre del G-20. Allí buscará
celebrar reuniones bilaterales, firmar nuevos acuerdos comerciales con
China y captar inversiones extranjeras. Irá con un anzuelo: el amplio
plan de privatizaciones que prevé anunciar e implementar para reducir el
elevado déficit fiscal, agravado desde la suspensión de Dilma.
Sem comentários:
Enviar um comentário