Durante un breve momento histórico Alexis Tsipras y su partido político
Syriza despertaron la esperanza de que Grecia podría resucitar una
corriente de izquierda en Europa dormida desde hacía mucho tiempo.
Una
nueva Grecia nacía de los dolores del parto de la austeridad económica
impuesta por la Unión Europea (UE) y sus todopoderosas instituciones
económicas, una Troika tan despiadada que le tenía sin cuidado que la
economía griega se colapsara y millones de personas experimentara la
amargura de la pobreza, el paro y la desesperación.
La Coalición
de la Izquierda Radical (Syriza, por su acrónimo en griego) llegó al
poder en 2015 como resultado directo del descontento popular con la UE.
Fue un momento en el que la gente corriente tomó postura para defender
cualquier semblanza de soberanía que no le hubieran arrebatado los
políticos, los banqueros o las poderosas instituciones burocráticas.
El
resultado, sin embargo, fue bastante decepcionante. Una vez convertido
en primer ministro Tsipras transformó su discurso político y fue
adoptando gradualmente uno más coherente con las mismas políticas
neoliberales que habían puesto a su país de rodillas.
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