El centenario de la muerte de Vladimir Illich Ulianov, Lenin, es una ocasión apropiada para invitar a las jóvenes generaciones de militantes a recuperar el formidable legado teórico del gran revolucionario ruso, muerto cuando aún no había cumplido los 54 años de edad. Víctima de un grave atentado perpetrado a menos de un año del triunfo de la revolución -más precisamente el 30 de agosto de 1918- por Fanya Kaplan, una activista del anarquismo ruso que lo acusaba de haber traicionado a la revolución. Tiempo después una de las balas alojadas en su pulmón y que no pudo ser extraída por sus médicos comenzó a generar dificultades de todo tipo que escalaron hasta llegar a una serie de infartos cerebrales que le ocasionaron primero una parálisis y finalmente su prematuro, y para la causa del socialismo, desgraciado fallecimiento.
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