El referéndum griego es una victoria popular y un desafío cargado de futuro. En la franja de edad entre los 18 y los 24 años, el “no” obtuvo un apoyo del 85%. Entre 25 y 34 años, del 72%. En los barrios más populares el “no” arrasó. Eso lanza a todos los pueblos del continente un mensaje de cambio en Europa, algo muy desestabilizador para el Directorio europeo. No duden que su respuesta será implacable.
“El error de Tsipras ha sido querer cambiar Europa”, reconoce sin rubor el Presidente del Instituto Delors de París, Yves Bertoncini. El establishment de Bruselas, “ha visto en el referéndum un desafío que complica particularmente las conversaciones”, señala Le Monde en su editorial de ayer. Si hasta ahora se trataba de forzar un ejemplarizante cambio de gobierno en Atenas, ahora se trata de castigar a un pueblo. Precisamente por eso, el grexit, la expulsión de Grecia del euro, tiene el viento en popa, incluso si económicamente fuera irracional y le costara a Alemania 90.000 millones, como estima Wolfgang Münchau, columnista del Financial Times.
Merkel eligirá el camino con menos riesgo para un pigmeo político. Entre la desestabilización política en Alemania que supondría un cambio de rumbo que contradijera su narrativa de los últimos años, y la salida de Grecia del euro, optará por lo segundo.
El conciliador ex secretario del Partido Socialista que está al frente de la República Francesa no va a asumir el riesgo de explicitar una brecha en la pareja franco alemana, por mucho que el macho de dicha pareja practique la violencia de género contra Francia. El gobierno francés es como las esposas católicas de antes: cualquier cosa antes que el divorcio.
De lo que se trata para Merkel y Hollande, y para el Directorio en general, es de que parezca que Grecia se va del euro, no que la echan ellos. “Las declaraciones tranquilizadoras de la UE de que aún se puede mantener diálogo con Tsipras son una cortina de humo”, se lee en la editorial de Le Figaro de hoy.
“Merkel no puede asumir la responsabilidad histórica de la salida griega del euro”, explica una fuente del gobierno francés. Así que no hay más remedio que organizar técnicamente la culpabilidad griega de su propia salida de la moneda única. Desde el Banco Central Europeo eso es algo muy fácil de organizar, explica Patrick Artus, economista jefe de la banca Natixis.
“Si el BCE corta el ELA (la línea de financiamiento excepcional a los bancos griegos) ya estamos en un escenario de salida del euro. Los bancos no podrán refinanciarse en euros ante el BCE, lo que obligará al Banco Central de Grecia a refinanciar sus bancos con una nueva moneda que tendrá que crear”, explica. En caso de que el BCE declinara esa responsabilidad por considerarla política y le pasara la patata caliente a la Comisión Europea, ésta podría abrirse a negociar en los nuevos términos reconocidos por el FMI (renegociación de la deuda y nuevo paquete de ayuda), pero es poco probable, dice. Así que el escenario “los griegos se van de propia iniciativa” es el más probable y se cerrará, “en dos o tres semanas”, dice. Prepárense para el circo mediático que se avecina.
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