Esta semana se cumplen diez años de las revelaciones sobre la vigilancia ilegal llevada a cabo por las instituciones federales de EE.UU. con las que Edward Snowden conmocionó al mundo. Lamentablemente, muchos de los medios de comunicación que utilizaron sus filtraciones de información confidencial hace tiempo que le ignoran o que se unieron a la desvergonzada avalancha que pide su procesamiento.
Snowden prestó un servicio heroico al descubrir a los estadounidenses el saqueo de su privacidad que Washington llevaba a cabo. La «recompensa» de Snowden fue acabar desterrado en Rusia sin la más mínima posibilidad de un juicio justo si regresa a Estados Unidos. Pero como él mismo declaró con valentía: «Prefiero quedarme sin Estado que sin voz». También explicó por qué filtró la información clasificada: «No podía permitir en conciencia que el gobierno de Estados Unidos destruya la privacidad, la libertad en Internet y las libertades básicas de personas de todo el mundo con esta máquina de vigilancia masiva que están construyendo en secreto».
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