La inexorable realidad de la enfermedad y la muerte no se para ante las
proclamas narcisistas, y desgraciadamente, los norteamericanos están
siendo azotados por el virus, que no entiende de fronteras, aunque claro
que sí entiende de clases: las consecuencias no son las mismas para
todos. Y he aquí otra paradoja: esta desigualdad en los efectos de la
enfermedad es más sangrante para la población de la primera potencia
mundial que para los habitantes de países más pobres, porque el 25% de
los norteamericanos no se puede permitir el tratamiento médico que
necesita.
Sem comentários:
Enviar um comentário