En los últimos días, en coincidencia con la decisión de Cambiemos de
hacer de Venezuela uno de sus ejes de campaña, fui sometido a un ataque
sin precedentes desde las ciudadelas de la oligarquía mediática
argentina a propósito de mis opiniones acerca de lo que está ocurriendo
en aquel país. Periodistas y académicos unieron sus fuerzas para no sólo
disentir con mis ideas sino también para lanzar toda suerte de agravios
sobre mi persona. No tiene sentido referirme a cada uno de sus autores
por separado, y esto por dos razones. Primero, porque en el fondo su
discurso es el mismo: variantes de un mismo guión dictado desde
Washington, reciclado por sus acólitos neocoloniales y lanzado por ellos
a través de los “medios independientes” (¿independientes de quiénes?)
para hostilizar a quienes piensan distinto. Segundo, porque
individualizarlos sería conferirles a los autores de tales libelos una
dignidad que su estatura intelectual y moral hace totalmente inmerecida.
Dicho esto, en lo que sigue, va mi respuesta.
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