La victoria de la candidatura de Donald Trump a la presidencia de EEUU y
su retórica política populista han reanimado en gran medida las
aspiraciones de los partidos políticos de derecha en Europa. Estos
partidos se han dado cuenta ahora de la posibilidad de obtener el apoyo
del público, y por lo tanto votos, simplemente mediante una oratoria
sensacional y divisiva. Como señala el investigador Azmi Bishara [1],
a pesar de la disparidad en el discurso entre la derecha populista y la
extrema derecha, ambos grupos comparten el mismo discurso dogmático,
que va dirigido a explotar las sensibilidades comunitarias al abordar
los asuntos públicos y echar la culpa a los inmigrantes y refugiados de
las altas tasas de desempleo y delincuencia. Esto es lo que hace que a
menudo se llame a los partidos de extrema derecha “partidos
antiinmigración”, dada su hostilidad hacia los extranjeros y la
diversidad y su oposición implacable a que puedan integrarse en la Unión
Europea.
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