África, el continente más fecundo y biodiversificado del planeta, viene
padeciendo desde hace siglos el acoso de los hombres blancos y algo más
recientemente el de los amarillos que no cejan en su empeño de adueñarse
de sus enormes recursos a costa del hambre, de las epidemias evitables y
de la generación de conflictos tribales destinados a diezmarles. Un
continente que para mejor dominar ha sido subdividido en 54 pequeños
países debilitados política, económica y socialmente pero que poco a
poco comenzarán a despertar como está sucediendo actualmente con la
República de Benín en la que desde hace algunos años se está
desarrollando con éxito un ambicioso proyecto de transformación
socioeconómica con el apoyo del FFSA (Fondo fiduciario para la
solidaridad africana) de la NEPAD (Nueva Alianza para el Desarrollo de
África).
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