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segunda-feira, 11 de julho de 2016

Brexit: síntoma, no causa, del desasosiego

El 23 de junio el referendo respecto   de la retirada británica de la Unión Europea (UE) ganó por claro margen. Los políticos y los expertos han abordado el asunto cual si fuera una decisión sin precedente y de gran conmoción. Han estado brindando varias y muy contradictorias explicaciones de las causas de este suceso y de sus consecuencias para Gran Bretaña y para el resto del mundo.
Lo primero que hay que apuntar es que todavía no se ha tomado ninguna decisión legal para salir de la UE. En términos legales, el referendo fue meramente consultivo. Para retirarse de ella, el gobierno británico debe informar formalmente a la UE invocando el artículo 50 del Tratado de Lisboa respecto de la unión, que es el fundamento que proporciona el derecho y el modo de retirarse. Nadie, nunca, ha invocado ese artículo, así que sí sería algo sin precedente. Nadie, entonces, puede estar seguro de cómo funcionaría en la práctica. Aunque parece muy poco probable que ningún gobierno británico pudiera ignorar el referendo, es extraño que ninguno de los políticos británicos importantes parezca tener prisa en invocar el artículo 50, acción que sería irreversible.
El primer ministro, David Cameron, quien hizo campaña contra el Brexit, ha dicho que no será él quien invoque el artículo 50. Más bien anunció ya su renuncia como primer ministro, aunque no de inmediato, sino cuando el Partido Conservador escoja un nuevo líder. Cameron piensa que esta persona es la que debe invocar el artículo 50. Esto, en la superficie, parece un asunto delicado. Una vez que se invoca el artículo 50 habrá muchos puntos relacionados con las futuras relaciones con la UE y con otros países que deberán decidirse, y lo mejor sería que estas decisiones las tomara el sucesor de Cameron.
La primera pregunta, entonces, es quién será su sucesor y cuándo habrá de elegirse a esta persona. Hay una presión considerable por parte de otros países en la UE para que la sucesión se lleve a cabo lo antes posible. En respuesta a esta presión, el Partido Conservador ya fijó la fecha: el 2 de septiembre. Hasta el 29 de junio había dos candidatos principales: Boris Johnson, uno de los más importantes promotores del Brexit, pero no es aún un miembro del Parlamento, y Theresa May, quien se opuso al Brexit pero comparte algunos de los objetivos de quienes respaldan el Brexit. Es impactante saber que Johnson, de hecho, esperaba perder la votación y, por tanto, no preparó un mapa político de lo que debería hacerse tras el referendo.

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