En cada país se reproduce esa desigualdad, entre una minoría opulenta y
una gran mayoría desprovista de lo elemental para llevar una vida
medianamente digna. El 90% de los pobres nacen y mueren pobres y el 90%
de los ricos nacen y mueren ricos y dicha realidad se presenta como una
fatalidad, producto de la meritocracia de los ricos y la incapacidad
congénita de los pobres. Esa desigualdad de ingresos y riquezas se
manifiesta en la vida cotidiana en términos de vivienda, alimentación,
acceso a agua potable, salud, educación, nivel de consumo de materiales y
energía. Un ejemplo es indicativo: los multimillonarios se refugian en
sus búnkeres de vacaciones para evitar el contagio y disfrutan de
comodidades que rayan en la obscenidad, mientras millones de seres
humanos rebuscan en bolsas de basura algún desecho que les permita
alimentarse o vestirse y duermen en chabolas o en las calles,
absolutamente desprotegidos. Durante el 2020, los cinco individuos más
opulentos del planeta aumentaron su riqueza en 300 mil millones de
dólares, mientras que 115 millones de personas han caído en la pobreza
extrema (sobrevivir con menos de 1.9 dólares al día), elevando su cifra a
815 millones.
Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve
terça-feira, 9 de fevereiro de 2021
Vacunas y desigualdad en el capitalismo realmente existente
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