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quinta-feira, 9 de abril de 2015

Los "deberes" urgentes de los palestinos

Esperar que la sociedad israelí cambie desde dentro es un gasto de tiempo enorme, durante el cual el sufrimiento de una nación entera –desgarrada entre un hogar ocupado y una dura diáspora– no cesará. Pero, ¿qué pueden hacer los palestinos y quienes defienden una paz justa en Palestina e Israel? Mucho. 
Quienes contaban con que se produjera algún tipo de milagro a partir del resultado de las pasadas elecciones israelíes pecaron de ingenuos. Ni la lógica ni los números estaban de su lado, tampoco la larga historia cargada de experiencias decepcionantes de israelíes "izquierdistas" desencadenando guerras y consolidando la ocupación. A pesar del puñado de diferencias que existen sobre cuestiones internas entre la derecha y la supuesta izquierda israelíes, sus posiciones son prácticamente idénticas respecto de todos los asuntos importantes relacionados con Palestina, los cuales incluyen el derecho de retorno y el estatus del sector de Jerusalén ocupado por los israelíes.
Los palestinos, no obstante, tienen alternativas. Claro que las probabilidades en contra son enormes, pero tal es el destino de los oprimidos cuando se debaten entre dos opciones: la lucha continua por la justicia o la humillación y la servidumbre sin fin.
En primer lugar, el mayor obstáculo que hay que vencer es el que representan Mahmoud Abbas y su círculo corrupto, erigidos en baluarte del discurso político palestino en casa, y no precisamente a causa de la destreza particular de Abbas o el talento de su clase. El círculo post-Oslo existe solo para mantener el statu quo: los intereses de EE.UU. y su participación como mediador en el conflicto, la seguridad de Israel –y por ende la mano dura constante contra la oposición y la resistencia palestinas– y la garantía de que la Autoridad Palestina (AP) tiene un motivo para existir, que es asegurar los privilegios asociados al cargo.
En segundo lugar, para que eso ocurra, habría que encarar de frente los problemas que han aquejado a la sociedad palestina durante años y que llevaron a la creación de la inútil AP en primer lugar. Uno de esos problemas es el faccionalismo, el cual tiene que ser superado por un colectivo que ante todo se defina a sí mismo como palestino.
El faccionalismo, en su forma actual, ha destruido gran parte del tejido social de Palestina. Ha fragmentado a un pueblo ya de por sí divido, consiguiendo que sea más fácil controlar, manipular, suprimir y –cuando sea necesario– sitiar cada pequeña parte. 67 años es un periodo demasiado largo para que una nación que vive principalmente en el exilio, atrapada o confinada detrás de muros, mantenga su identidad política y permanezca unida alrededor de las mismas "constantes" sin una dirección adecuada.

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