Han pasado 15 años desde que el presidente George W. Bush, el
vicepresidente Dick Cheney y una camarilla de neoconservadores, con el
entusiasta apoyo de los medios de comunicación hegemónicos, dieron
inicio a la invasión de Irak con un bombardeo asesino contra la ciudad
de Bagdad, al que denominaron “Operación Conmoción y Pavor”. Lejos de
entregar la libertad y la democracia prometidas, y de exponer los
supuestos arsenales de armas de destrucción masiva, la guerra ilegal
mató, hirió y desplazó a millones de civiles. Desde que comenzó la
invasión, han muerto más de 4.500 soldados estadounidenses; siete de
ellos la semana pasada. Esta escala de muerte y destrucción sería más
que suficiente para destrozar a cualquier sociedad; aun así, el pueblo
iraquí persiste, combatiendo la guerra con determinación y esperanza.
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