El McKinsey Global Institute, considerado el think tank de interés privado más importante del mundo, acaba de publicar un informe
sobre lo que denomina el “puzzle de la productividad” que contradice
los presupuestos en que se basan las políticas económicas que se vienen
aplicando en los últimos años.
La opinión mayoritaria que se suele
tomar como fundamento científico de estas políticas es que, para que
las economías vayan bien, es decir, para que crezcan y generen ingresos y
empleo, es necesario aumentar la productividad y que eso se consigue
actuando fundamentalmente sobre el lado de la oferta. En concreto, se
defiende que lo que hay que hacer es bajar impuestos; flexibilizar el
mercado de trabajo (eliminando convenios, facilitando el despido,
reduciendo derechos laborales o limitando el papel de los sindicatos);
mejorar la formación de los trabajadores y hacer más competitivas a las
empresas en los mercados globales por la vía de reducir los costes
salariales.
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