Los recientes reveses de la izquierda latinoamericana han llevado a
cuestionamientos con respecto a las políticas de alianza que han vuelto
posibles los gobiernos antineoliberales. Esos gobiernos sólo han
conseguido imponer su hegemonía porque han logrado con sus propuestas de
gobierno obtener consensos ampliamente mayoritarios en la sociedad.
Cuando han perdido su capacidad hegemónica, los frentes que habían
constituido fueron resquebrajados y las alianzas desechas.
Pasó
algo similar cuando el frente del gobierno kirchnerista se fracturó,
cuando el frente del gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil
igualmente se deshizo, ahora pasa algo parecido en Ecuador. Pero las
alianzas no son la causa, sino el efecto de propuestas de gobierno que,
si funcionan, no tienen por qué debilitar el frente social y político
del gobierno. Si éstos se debilitan, es porque las políticas de gobierno
están perdiendo en la sociedad su capacidad de convencimiento, de
consenso.
Pero, antes que todo, queda la enseñanza de que las
alianzas no son tema de elecciones subjetivas –con quiénes sí, con
quiénes no–, sino de agrupar fuerzas alrededor de un programa de
trasformaciones de carácter nacional. El criterio de las políticas de
alianzas es objetivo, político. Primero se plantean las propuestas de
gobierno, habrá alianzas con quienes estén de acuerdo con esas
propuestas.
Sem comentários:
Enviar um comentário