Han pasado meses desde que el señor Feijóo abandonó Galicia para irse a Madrid en una operación relámpago para deshacerse de Casado después de su denuncia sobre la corrupción de Ayuso. Atrás quedaron más de 13 años como presidente de la Xunta de Galicia, gobernando con mayorías absolutas y con un ecosistema mediático confeccionado a su medida, gracias a que labró fama de político moderado. No ha tenido escrúpulos en usar la televisión pública gallega para ese cometido; el colectivo de profesionales de la CRTVG, Defende a Galega lleva ya cinco años denunciando la manipulación en los llamados venres negros. En realidad, su puesta en escena siempre ha sido un ejercicio de marketing para un líder que continúa ejerciendo de político líquido y banal, de persona que cada día puede defender una cosa y su contraria. Porque Feijóo siempre ha contorsionado sus “convicciones” vacuas en función de los intereses políticos más rentables.
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