“Naturalmente, no he necesitado más que un instante para trazar con el
pincel esta línea. Pero he necesitado meses, quizá años de reflexión
para concebirla”. El pintor, escultor, dibujante y cartelista Joan Miró
(1893-1983) reveló con estas palabras su método de trabajo en 1968. El
Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) expone hasta el 17 de junio
200 obras del artista catalán, en una muestra titulada “Joan Miró Orden y
Desorden” que coincide con el 125 aniversario de su nacimiento. Que el
autor realizaba su obra a conciencia puede constatarse en los estudios,
dibujos y documentación previa, pero igualmente cierto es que hay un
Miró indisciplinado y heterodoxo, más allá del universo de figuras,
abstracciones y símbolos por los que es conocida su obra. Éste es el
Miró que destaca la exposición del IVAM, el de los murales cerámicos,
los grafitis urbanos, el teatro crítico y el que, a los 80 años, expone
en el Gran Palacio de las Bellas Artes de París -en los Campos Elíseos-
lienzos rasgados, agujereados o quemados. Ya en 1931 dio alguna pista de
su evolución: “Yo no sé a dónde vamos, lo único cierto para mí es que
me propongo destruir todo lo que existe en pintura”. “¡Cosa más absurda
que andar rompiéndose la cabeza para copiar el reflejo de la luz en una
botella!”, dijo 20 años después.
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