El coronavirus ha dejado a la intemperie el drama social
producto de años de neoliberalismo. La profunda crisis del sistema ha
desempeñado su papel en la salud pública socavada por la política de
austeridad que simplemente no puede con la enfermedad siquiera en los
países europeos más “civilizados”.
Transitó el mundo occidental años de haber dejado de financiar la
salud pública, de aceptar la coexistencia del sector privado -con la
consecuente cofinanciación o subvención a las empresas privadas
nacionales o trasnacionales- y haber transformado a los hospitales en
empresas médicas, y la pandemia muestra los resultados inevitables.
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