En estos días, la visión de nuestro futuro ha cambiado de golpe.
En
estos días de cuarentena, es imperioso volver la mirada hacia nuevos
horizontes. Comenzar desde una postura debidamente informada para
comprender la dimensión real del problema y no sacar conclusiones
extraídas desde una visión generalmente distorsionada por el miedo,
el fanatismo y la superstición. En ello incide todo un marco
cultural que nos aleja del raciocinio para dejarnos a merced de los
temores y así, de ese modo, terminamos por perder la perspectiva. Un
encierro obligado por las circunstancias podría permitirnos, en
primer lugar, reordenar las prioridades y evaluar hasta qué punto
dependemos de los demás. Es decir, traernos de regreso hacia un
contexto comunitario, abandonando el individualismo creado a partir
del egoísmo endémico de nuestros sistemas sociales y políticos.
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