Los reyes puteros salen caros a sus súbditos. Más aún si son de la saga
reinante, que tiene dos focos insaciables debajo de la cintura: los
genitales y los bolsillos. En España se accede a la Jefatura del Estado
por vía vaginal y de ahí su obsesión por ser sementales y ricos. Así
que, como los caballos de raza, hay que estudiar su pedigrí histórico
para entender, por ejemplo, el reciente lío del cobro de comisiones por
Juan Carlos y el desvío de 65 millones a una fulana alemana. Es un
Borbón y basta. Lo lleva en los genes.
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