Con casos detectados en más
de setenta países y brotes preocupantes en varios de ellos (y
subiendo), ya nadie parece discutir la importancia de la pandemia.
Caen bolsas, se rompen cadenas de suministro mundiales y una recesión
global está a la vuelta de la esquina. Las aclamadas comparaciones
iniciales con la simple gripe ya se han guardado discretamente en el
cajón. También han remitido, aunque no han cesado, las campañas de
ridiculización de China y el desprestigio de sus líderes, que ahora
resulta que lo hicieron bastante bien (repasen las portadas de
febrero de los grandes semanarios anglosajones y germanos).
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