Una percepción bastante generalizada de lo que ha ocurrido en Grecia
en algunos sectores de las izquierdas en España es que el partido Syriza
ha traicionado al pueblo griego, pues, tras recibir un mandato popular
(expresado primero en las urnas -en enero del 2015-, y más tarde en el
referéndum del 5 de julio de este mismo año) de oponerse a la
continuación de las políticas de austeridad impuestas por el Consejo
Europeo (dominado por el gobierno Merkel de Alemania), por la Comisión
Europea, por el Banco Central Europeo, por el Fondo Monetario
Internacional y por el Eurogrupo (también dominado por el gobierno
alemán), Syriza terminó aceptando el tercer rescate, lo que significaba
la continuación de tales políticas (presentadas, incluso, como más duras
que las que sustituyeron), traicionando con ello al pueblo griego. Han
contribuido a esta percepción las declaraciones del que fue el dirigente
del equipo griego durante las negociaciones con la Troika y con el
Eurogrupo, el entonces Ministro de Finanzas, el Sr. Yanis Varoufakis,
perteneciente hasta hace poco al partido Syriza, en las que ha indicado
en repetidas ocasiones que el Primer Ministro Tsipras “había
traicionado” la voluntad popular.
A esta percepción se le añade
otra, esta más común entre los adversarios y enemigos del partido
Syriza, pertenecientes a las sensibilidades conservadoras y liberales
(incluyendo las socioliberales) que dominan el panorama político y
mediático español (incluido el catalán), que acusan a Syriza de
irresponsabilidad política al haberse atrevido a enfrentarse con la
Troika y con el Eurogrupo, oponiéndose a las políticas de austeridad y
prometiendo cambios que eran imposibles de realizar. Estas voces
conservadoras, liberales y socioliberales concluyen que, como
consecuencia de dicha irresponsabilidad (cuya máxima expresión fue la
convocatoria del referéndum), el establishment europeo (compuesto por
las entidades citadas anteriormente) se enfadó y en lugar de ser más
sensible al pacto y a la negociación, empeoró las condiciones del
rescate. Y, en consecuencia, hoy Grecia está incluso peor.
Tales
percepciones son extraordinariamente simplistas y no recogen la
complejidad de la situación. Veamos cada una de ellas, empezando por la
supuesta “traición”.
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