¿Estamos interiorizando la derrota? Creo que sí. Las señales empiezan
a estar ahí. Parecería que la única lección que se saca de las elecciones catalanas es el fracaso de Catalunya sí que es pot, derivadamente, de Podemos y, más allá, de Pablo Iglesias.
Si el primer intento serio de unidad es percibido como derrota, si no
se explica bien, lo que viene después es conocido, la lucha, el combate
por la unidad ya no tendría sentido y cada cual se buscaría su propio
nicho electoral, aunque fuera a costa de un conflicto muy serio en un
mismo bloque político-social .
Asombra el coyunturalismo y el
electoralismo ciego. Hay diversas maneras de entender e interpretar los
resultados de las elecciones en Cataluña. Yo no lo voy a hacer ahora,
tiempo habrá. Solo prestar atención en sus consecuencias para el
conjunto del Estado, entre otras cosas, porque si algo dice la
experiencia de estos últimos años es que las percepciones, los marcos y
los análisis son cada vez más diferenciados en uno o en el otro lado del
Ebro. Creo que es posible un acuerdo de carácter general: eran las
elecciones más difíciles para la izquierda transformadora y alternativa.
Se pagan facturas viejas y nuevas; la fundamental, la carencia de un
proyecto alternativo de país. Se intentó durante la campaña y se vio,
casi desde el principio, que el asunto no funcionaba; meter el eje de
clase, del conflicto social en una campaña convertida en un plebiscito
entre el sí y el no a la independencia, era muy difícil y los resultados
así lo prueban.
Es seguro que, tanto la dirección de Catalunya sí que es pot
como la de Podemos eran plenamente conscientes de que ésta era la gran
dificultad a vencer. Hay que reconocer la derrota, discutir a fondo sus
causas, los errores cometidos y, sobre todo, rectificar la línea
principal, a saber: no ser como ellos, diferenciarse y hacer una
propuesta comprensible para la mayoría de la sociedad. Las victorias
van, casi siempre, precedidas de derrotas y sabemos perfectamente que
las únicas batallas que se pierden son las que no se dan. Las elecciones
catalanas deberían dar para mucho y no quedarse en el puro y simple
partidismo de los que siempre están dispuestos a aprovechar la
valoración de unos resultados electorales para justificar el sectarismo y
la prepotencia.
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