Mientras que la zona euro esboza una fase de recuperación muy moderada, los pronósticos alarmistas respecto a la trayectoria general
de la economía mundial se multiplican: por ejemplo, Le Monde del 20 de octubre titulaba "El crecimiento chino se ralentiza, la economía mundial sufre". Christine Lagarde/1 enumera las "razones para estar inquietos en torno a la situación económica" y Jacques Attali/2 anuncia que "el mundo se acerca a una gran catástrofe económica".
Comencemos
trazando un breve panorama de la coyuntura: el crecimiento mundial se
ralentiza, principalmente en los países emergentes, salvo en India. Esta
tendencia se retroalimenta con la caída de los precios de las materias
primas y se transmite a los países avanzados. El comercio internacional
también se ralentiza, al mismo ritmo que el PIB mundial, como si la
globalización productiva hubiera tocado techo. La zona euro registra una
recuperación muy tímida y desigual. Estados Unidos y el Reino unido,
siguen aprovechándose de las circunstancias (se benefician un poco) pero
el crecimiento tiende a ralentizarse en un caso y en el otro resulta
artificial.
En el campo de la "esfera financiera", el quantitative easing
(flexibilidad monetaria) alimenta la burbuja de activos en lugar de
alimentar la inversión productiva, que se estanca. Y la única
perspectiva -hasta ahora retrasada- de un repunte del tipo de interés
del FED (Banco Central de EE UU) pesa como una espada de Damocles
hasta el punto de desestabilizar las monedas y los mercados financieros
de numerosos países. En fin, "la incertidumbre y las fuerzas complejas pesan sobre el crecimiento mundial" para retomar la fórmula del FMI en sus últimas perspectivas/3.
De este cuadro puntilloso, se pueden extraer las tres características fundamentales de la coyuntura actual:
· La persistencia de las "secuelas de la crisis financiera mundial";
· Las perturbaciones de la economía mundial;
· La perspectiva de un "estancamiento secular".
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