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segunda-feira, 30 de novembro de 2015

Clima de guerra

Del 30 de noviembre al 11 de diciembre se reúne en París la 21 Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21, CMNUCC), en la que se anuncia un nuevo acuerdo global para combatirlo. En otro artículo explico que esto no es lo que sucederá en realidad. (Crónica de un desastre climático anunciado, La Jornada, 14/11/15). Por el contrario, se consolidará un sistema voluntario y decidido a nivel nacional en el que los compromisos que los países dicen asumir nos aseguran que el calentamiento global llegará a niveles dramáticos desde 2050 y en adelante, posiblemente duplicando a 2100 el máximo de 2 grados C, que siendo grave, es lo que la ONU acordó como máximo aumento tolerable.
Los bombazos con cientos de muertos y heridos el 13 de noviembre en París cambiaron violentamente el escenario exterior, pero dentro de la COP21 todo sigue como estaba. El gobierno francés aprovechó este lamentable y grave contexto para cancelar muchas marchas y actos públicos de protesta sobre los negocios del clima, alegando que sólo podría garantizar la asistencia oficial a la COP21. Pero no canceló actos deportivos, mercados navideños y otras concentraciones públicas por el estilo. Sería absurdo pensar que los atentados fueron para impedir las protestas –a las que se esperaban decenas de miles de personas, algunas muy ordenadas, otras más desafiantes–, pero fueron útiles para ilegalizarlas.
A la par de un fuerte recorte de libertades civiles contra la gente común en Francia, el gobierno de ese país, junto a Estados Unidos, bombardea salvajemente y escala la guerra en Siria, con muchas pérdidas civiles reportadas o no, supuestamente para combatir al Estado Islámico (EI). Curiosamente no atacan las instalaciones petroleras que controla el EI en Siria, lo cual podría cortar una fuente de su sustento. Al mismo tiempo, Turquía, tradicional aliado de Estados Unidos, derribó en circunstancias más que confusas, un avión de Rusia en la frontera con Siria, pese a ser un país que también combate bélicamente al EI. El derribo sucedió casualmente cuando Rusia planteó colaborar con Francia contra el EI, acercamiento incómodo para Estados Unidos por su conflicto geopolítico y económico con Rusia. Para muchos observadores, también porque Estados Unidos está en el origen de lo que ahora se llama Estado Islámico, apoyando grupos armados en la región y creando las causas para su surgimiento. Un factor resbaladizo que entra y sale de la escena internacional en momentos claves para Estados Unidos, como sucedió antes con Osama Bin Laden.

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