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quarta-feira, 11 de novembro de 2015

Alemania endurece la política sobre refugiados

El 15 de octubre el Parlamento federal alemán adoptó la nueva ley sobre asilo (Asylbewerberleistungsgesetz) con una nueva denominación (Asylverfahrensbeschleunigungsgesetz), que en realidad significa que la gente refugiada que no obtenga el estatus que le otorgue el derecho a permanecer en territorio alemán, puede ser repatriada rápidamente. Y si se oponen a la repatriación, perderán el derecho a determinados subsidios: conservan el derecho a ser alojados, a la calefacción, a una alimentación básica y a la higiene corporal y asistencia médica, pero pierden el derecho a los subsidios para la ropa y otras necesidades cotidianas. Tendrán mucho menos dinero y, a cambio, se les otorgan bonos intercambiables por víveres [medida criticada por las ONG que consideran que recorta derechos fundamentales]. Tampoco tendrán derecho al mínimo vital, fijado por ley en Alemania, ni a los subsidios que les garantizan el acceso a la formación para sus hijos e hijas.
De hecho, estas medidas están en contradicción con los derechos humanos garantizados por la constitución alemana, el Grundgesetz. Pero el 16 de octubre el Bundesrat (cámara en la que están representados los Land del Estado federal alemán) adoptó esta nueva ley por una amplia mayoría, con la respetable excepción del Land de Turingia gobernado por Die Linke en coalición con el partido socialdemócrata (SPD).
Esta decisión está en contradicción flagrante con la decisión del Tribunal Constitucional alemán del 18 de julio de 2012 que, formalmente, prohíbe situar a la gente refugiada por debajo del mínimo vital. Pero la presión de la agitación y de las movilizaciones xenófobas sobre la política oficial da resultados que, poco a poco, conducen al gobierno federal liderado por la canciller Angel Merkel a destruir lo que queda del derecho de asilo y de las promesas de "bienvenida".
La idea de "zonas de tránsito" que impidan a la gente refugiada poner los pies sobre territorio alemán y permitan discriminarlos rápidamente para poder repatriar a quienes no tengan muchas oportunidades de adquirir un estatus que les permita permanecer en Alemania por un determinado tiempo, fue lanzada por Horst Seehofer (presidente del CSU, partido hermano del CDU en Baviera). Esta idea suscitó numerosas protestas, pero la canciller Angel Merkel, bajo la presión de muchos dirigentes cristiano-demócratas, terminó más o menos por aceptarla. Ahora bien, el SPD [socio de la coalición gubernamental] se oponía a la misma y el compromiso alcanzado considera a los centros de acogida como territorio alemán, si bien cumplen más o menos, los mismos criterios que las "zonas de tránsito" exigidas por Seehofer.

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